La enfermedad intestinal que se dispara en España
Existen enfermedades que, a pesar de ser comunes, son poco conocidas, lo que dificulta el reconocimiento de sus síntomas y la búsqueda de ayuda para combatirlas o aliviar el malestar que generan. Esto es precisamente lo que ocurre con el SIBO en España, donde sigue siendo ampliamente desconocido.
El SIBO, o sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, se produce cuando hay un aumento anormal de bacterias en esta parte del sistema digestivo, donde normalmente su concentración es menor.
Estas bacterias suelen estar presentes en el tracto gastrointestinal, pero han crecido excesivamente en una zona donde no deberían estar.
Actualmente, se están llevando a cabo cada vez más investigaciones sobre esta enfermedad, y se cree que puede ser causada por diversos factores, como complicaciones después de una cirugía abdominal, problemas estructurales en y alrededor del intestino, ciertas condiciones médicas, trastornos del sistema inmunológico o trastornos funcionales y de motilidad gástrica.
Existen varios signos que pueden alertarnos sobre la presencia de esta enfermedad, siendo los más comunes los siguientes:
Dolor abdominal
Náuseas
Hinchazón o distensión abdominal
Sensación incómoda de saciedad después de comer
Trastornos en el tránsito intestinal (diarrea, estreñimiento o alternancia de ambos)
Reacciones alimentarias como intolerancia al gluten, fructosa o lactosa
Mala absorción de nutrientes que puede llevar a deficiencias nutricionales
Pérdida de peso involuntaria
Posible debilidad ósea u osteoporosis y formación de cálculos renales a largo plazo
Ante cualquier duda, es recomendable consultar a un médico, quien realizará las pruebas necesarias para determinar si se trata de esta enfermedad. El diagnóstico generalmente se realiza mediante una prueba de aliento, pero también se puede confirmar a través de un aspirado del intestino delgado y cultivo de líquidos, o mediante resonancia magnética en busca de anomalías estructurales.
En la mayoría de los casos, el tratamiento incluye una terapia con antibióticos junto con cambios en la alimentación y la dieta. En casos más graves, pueden ser necesarios suplementos nutricionales.
Es importante tomar en serio esta afección, ya que la mala absorción de nutrientes puede provocar deficiencias nutricionales y dañar la pared intestinal, volviéndola más permeable e impactando en el sistema inmunológico. Además, esta enfermedad afecta negativamente la calidad de vida y también puede tener un impacto emocional en quienes la padecen.
En general, se recomienda seguir una dieta baja en FODMAP, que elimina alimentos como ajo, cebolla, legumbres, trigo, ciertas frutas (manzanas), lácteos, alimentos light y edulcorantes, entre otros.
Esta dieta debe ser seguida bajo la supervisión de profesionales, quienes, tras eliminar estos carbohidratos fermentables durante dos o seis semanas, los reintroducirán gradualmente para evitar deficiencias nutricionales y la reaparición de malestar.