El Síndrome de Tarzán, una tendencia que nos impulsa a saltar de una relación a otra.

¿Tu pareja padece el síndrome de Tarzán?

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En el mundo de las relaciones de pareja, existen tantos enfoques en psicología como personas que experimentan estas conexiones, cada una con su propio modo de vivirlas. Sin embargo, algunos patrones emocionales pueden llevar estas relaciones a extremos perjudiciales para la salud mental, aun cuando no somos conscientes de ello. Entre estos patrones se encuentra el Síndrome de Tarzán, una tendencia que nos impulsa a saltar de una relación a otra sin tomarnos tiempo para sanar, lo cual puede ser emocionalmente agotador.

Para ilustrar este fenómeno, pensemos en Tarzán balanceándose de una liana a otra sin nunca poner los pies en el suelo. Este comportamiento es comparable al de quienes enlazan relaciones sentimentales sin detenerse a vivir el duelo de una ruptura. La psicóloga María José Arregui, de la plataforma Estar Contigo Terapia, explica en profundidad las razones detrás de esta tendencia, así como los perfiles y consecuencias que pueden surgir al “saltar de una liana a otra” en el amor.

La doctora Arregui destaca que en la actualidad “como sociedad, estamos más enfocados que nunca en evitar emociones incómodas como el dolor, la soledad o el vacío”. En lugar de ello, buscamos vivir experiencias intensas que nos den placer o emociones positivas. Este rechazo al dolor nos lleva a evitar enfrentar la tristeza de una separación, y nos hace buscar reemplazos en un intento de olvidar rápidamente al ser amado.

Esta inclinación a buscar una nueva pareja inmediatamente después de una ruptura también se ve potenciada por la sobreestimulación y la sobreinformación de la era actual. Hoy, herramientas como Tinder y Bumble ofrecen una interminable lista de opciones, lo que puede hacer que comprometernos con alguien parezca menos atractivo. Según María José Arregui, esta inercia nos lleva a pensar que "siempre podría haber alguien mejor", generando un ciclo en el cual ninguna relación parece satisfactoria, pues nunca llegamos a comprometernos de verdad ni a procesar los sentimientos derivados de la ruptura.

Otra dimensión del Síndrome de Tarzán es la validación externa. La psicóloga explica que el problema surge cuando nuestra autoestima depende en gran medida de la aceptación o valoración de nuestra pareja. En este caso, al enfrentar una ruptura, el rechazo puede ser muy difícil de soportar, llevando a algunas personas a evitar este dolor buscando consuelo en otra persona sin tomar el tiempo necesario para reflexionar.

El peligro de evadir el dolor emocional es que, aunque pueda parecer una solución momentánea, a largo plazo este tipo de comportamiento solo intensifica el sufrimiento. La doctora Arregui subraya que "hemos aprendido en psicología que evitar el dolor, a la larga, nos lleva a caer en un dolor mayor". Esta evasión no permite que el individuo se recupere ni fortalezca emocionalmente, perpetuando un ciclo de dependencia en el cual la persona sigue buscando validación en nuevas parejas en lugar de sanar internamente.

María José Arregui no sugiere, sin embargo, que se evite conocer a nuevas personas tras una ruptura. Al contrario, invita a que cada persona se tome un momento para hacer una introspección sobre cómo se siente realmente después de una separación. Preguntas como: ¿me siento vulnerable porque la persona me estaba conociendo profundamente?, ¿mi autoestima ha sufrido por esta ruptura? o ¿tengo miedo de comprometerme? pueden ayudarnos a entender la raíz de nuestros sentimientos y a sanar de forma más profunda y consciente.

Finalmente, la psicóloga concluye que al hacer este tipo de reflexiones y cuestionarnos a nosotros mismos, podremos vivir nuestras relaciones de una manera más auténtica y plena. "La meta es conocernos mejor, aprender a amarnos y sentir que nuestra vida tiene un sentido propio", afirma Arregui. Solo de esta forma podremos entrar en nuevas relaciones desde un lugar de fortaleza y autonomía, sin depender de la validación de otros y conectando con nuestra esencia más genuina.

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