¿Cómo se mide el nivel de estrés que afecta a nuestra salud?
El estrés es una constante en nuestras vidas, y esto se refleja en datos como que solo un 18% de los adultos en España logran dormir toda la noche sin interrupciones. Hemos llegado a convivir con esta situación e incluso a normalizarla, a pesar de que sabemos que altos niveles de estrés son muy perjudiciales para nuestra salud. A menudo, no somos conscientes de cómo nos afecta ni sabemos identificar las señales que nos alertan de ello.
Cuestionarios y la percepción subjetiva del estrés
En un artículo publicado en The Conversation, los profesores e investigadores de la Universidad de Sevilla, Francisco Manuel Ocaña Campos, Alicia Arenas Moreno, Donatella Di Marco y Emilio Durán García, explican que es comprensible no reconocer los síntomas del estrés, ya que medirlo con precisión es un reto, incluso en el ámbito clínico. Durante años, el método predominante ha sido la autoevaluación de nuestra conducta, a través de entrevistas y cuestionarios como la Escala de Estrés Percibido (PSS), el Cuestionario de Estrés (SRRS) o el Cuestionario de Estrés Laboral (JSS). Aunque estos métodos ofrecen información valiosa sobre cómo experimentamos el estrés psicológicamente, tienen una limitación importante: pueden no reflejar con precisión el estado fisiológico de la persona. Por ello, es fundamental utilizar herramientas complementarias.
La relevancia de los biomarcadores
Gracias a los avances en biomarcadores, es posible contar con herramientas objetivas que nos ayudan a evaluar el verdadero impacto del estrés en nuestra salud física. El más utilizado es el nivel de cortisol, una hormona que el cuerpo produce en respuesta al estrés. Sin embargo, esta medición no es completamente fiable, ya que los niveles de cortisol varían según la persona, el contexto y el momento del día.
Otro biomarcador útil es la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC), que mide las diferencias en el tiempo entre latidos y refleja alteraciones en el sistema nervioso autónomo. Además, la electroencefalografía cuantitativa permite crear mapas detallados del cerebro, donde se pueden detectar patrones alterados en casos de estrés crónico.
Avances tecnológicos
Aunque podríamos pensar que estas mediciones solo pueden realizarse bajo supervisión médica, el desarrollo de dispositivos portátiles ha facilitado su acceso al público general. Existen ya relojes y aplicaciones que miden la variabilidad de la frecuencia cardíaca, así como diademas que registran la actividad cerebral.
Estos sistemas de monitoreo continuo, junto con intervenciones tempranas, prometen reducir el impacto del estrés en la salud pública y mejorar la calidad de vida de las personas.
En última instancia, no debemos olvidar que el estrés está relacionado con enfermedades crónicas graves, como problemas cardiovasculares y alteraciones del sistema inmune. Prestar atención a este aspecto de nuestra salud puede tener un efecto positivo considerable en nuestro bienestar.