La contaminación del aire y el Alzheimer tienen una estrecha relación.

Alzheimer y contaminación del aire, una relación más estrecha de lo que se cree

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La posible relación entre la contaminación del aire y el riesgo de Alzheimer ha sido motivo de preocupación durante años. En particular, las partículas finas, conocidas técnicamente como PM2.5, han sido objeto de estudio por su capacidad de afectar la salud cerebral. Sin embargo, hasta ahora, no se comprendía plenamente cómo estas partículas contaminantes podían dañar el cerebro humano. Un equipo de científicos liderado por la Universidad de Emory en los Estados Unidos está llevando a cabo una investigación pionera para desentrañar este vínculo.

Según informa la agencia científica SINC, este trabajo cuenta con la colaboración de destacados equipos de la Universidad de California en Davis, la Universidad de Columbia Británica y el Instituto de Tecnología de Georgia. Estos investigadores están analizando los componentes específicos de las PM2.5 en sangre y en líquido cefalorraquídeo (el fluido que rodea el cerebro y la médula espinal) de personas con demencia y de individuos cognitivamente sanos. Además, compararán estos niveles con los hallados en muestras de tejido cerebral.

La investigadora principal, Anke Huels, ha subrayado la importancia de los biomarcadores tempranos en el diagnóstico del Alzheimer, especialmente aquellos que pueden detectarse hasta una década antes de que aparezcan los síntomas de la enfermedad. Este enfoque innovador pretende no solo comprender cómo responde el organismo a la contaminación, sino también identificar estrategias preventivas que puedan mitigar el riesgo de desarrollar esta patología neurodegenerativa.

Tecnologías avanzadas 

El estudio destaca por su uso de modelos avanzados de contaminación del aire, diseñados para medir con precisión los componentes dañinos de las partículas finas. Los investigadores asignarán estimaciones de exposición a la contaminación basándose en las direcciones residenciales de los participantes. Además, se emplearán técnicas modernas en áreas como la metabolómica, la proteómica, la epigenómica y la genómica, que permitirán un análisis detallado de cómo la contaminación del aire impacta biológicamente al cerebro.

La metabolómica, por ejemplo, estudia los procesos metabólicos que pueden alterarse debido a factores externos, como la contaminación. Por otro lado, la epigenómica y la genómica se centran en cómo el material genético y su expresión pueden verse afectados por el entorno. Estas herramientas prometen ofrecer una visión integral de los mecanismos que vinculan las PM2.5 con el deterioro cognitivo.

Las partículas finas PM2.5 son un tipo de contaminación que resulta de actividades como la quema de combustibles fósiles y la producción industrial. Debido a su tamaño microscópico, estas partículas pueden ingresar al cuerpo a través de los pulmones y alcanzar otros órganos, incluido el cerebro. Este estudio busca identificar los componentes específicos dentro de las PM2.5 que son particularmente dañinos y cómo interactúan con el sistema nervioso central.

Un futuro prometedor

Los autores de la investigación confían en que este trabajo contribuirá significativamente al conocimiento sobre cómo los factores ambientales, como la contaminación, influyen en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Según los investigadores, comprender estos vínculos no solo revelará las causas de la enfermedad, sino que también abrirá la puerta a estrategias de intervención temprana que podrían cambiar la manera en que se previenen y tratan estas patologías.

Este estudio no solo avanza en nuestra comprensión científica, sino que también pone de relieve la importancia de combatir la contaminación del aire como un asunto de salud pública. Si bien queda mucho por descubrir, esta investigación pionera liderada por la Universidad de Emory y sus colaboradores es un paso crucial hacia la prevención y tratamiento del Alzheimer.

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