En España, más de la mitad de la población adulta presenta exceso de peso, pero solo un 16% sufre obesidad.

Alimentos con color negro, la clave para acabar con la obesidad

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La obesidad representa un grave problema médico que incrementa el riesgo de sufrir diversas afecciones de salud, como enfermedades cardíacas, diabetes, hipertensión arterial, colesterol elevado, enfermedades hepáticas, apnea del sueño y ciertos tipos de cáncer. Aunque a menudo se confunde con el exceso de peso, ambas condiciones no son sinónimos. En España, más de la mitad de la población adulta presenta exceso de peso, pero solo un 16% sufre obesidad. Sin embargo, esta diferencia no reduce la urgencia de abordar el problema.

La solución parece simple: reducir el peso y la grasa corporal. No obstante, el proceso de pérdida de peso puede ser extraordinariamente complicado debido a la interacción de múltiples factores. Si bien se suele poner el foco en la alimentación y el ejercicio físico, existen elementos adicionales que influyen, como la herencia genética, aspectos fisiológicos, el entorno social y ambiental, entre otros. Incluso una pérdida moderada de grasa puede ser beneficiosa para prevenir problemas de salud relacionados con la obesidad, pero lograrlo no siempre es sencillo.

Los tratamientos actuales contra la obesidad han demostrado ser insuficientes en muchos casos debido a su eficacia limitada, efectos secundarios o la dificultad para mantener los resultados a largo plazo. Por eso, un hallazgo reciente de un grupo de investigadores de la Universidad de Granada (UGR) ha despertado nuevas esperanzas en este campo.

Este equipo, liderado por la UGR y con participación internacional, ha publicado en la revista BBA-Molecular Bases of Disease un estudio que destaca las propiedades terapéuticas del ácido β-resorcílico, un compuesto natural presente en alimentos como las bayas y las aceitunas negras. Según los investigadores, la suplementación oral con este compuesto podría conducir a una pérdida de peso significativa.

La investigadora principal del estudio, Elena Díaz Casado, del Departamento de Fisiología de la UGR, explicó que este compuesto fenólico reduce la acumulación de grasa blanca, previene la esteatosis hepática y mejora la homeostasis de la glucosa al disminuir la resistencia a la insulina y los niveles de péptido inhibidor gástrico (GIP). Lo más notable es que esta pérdida de peso proviene exclusivamente de la reducción de la masa grasa, sin afectar la masa muscular.

Los investigadores señalan que los efectos antiobesidad del ácido β-resorcílico se deben a su capacidad para normalizar el metabolismo mitocondrial de la coenzima Q en el tejido adiposo blanco y a la activación del metabolismo lipídico en el hígado. Este proceso estimula la beta-oxidación y la degradación de triglicéridos, lo que podría ser una herramienta valiosa no solo para tratar la obesidad, sino también para prevenirla o incluso como suplemento dietético.

Determinar una única causa para la obesidad es complicado, ya que esta condición suele ser el resultado de múltiples factores combinados. Aunque existe un componente genético, el entorno familiar también desempeña un papel crucial. Las familias a menudo comparten hábitos de alimentación y niveles de actividad similares, lo que puede ser determinante.

Además, factores sociales y económicos tienen un impacto significativo. Por ejemplo, la falta de acceso a alimentos saludables o a espacios seguros para realizar ejercicio puede influir en el desarrollo de la obesidad. Asimismo, ciertas enfermedades o medicamentos pueden predisponer al aumento de peso. Otros elementos como el estilo de vida sedentario, una dieta inadecuada, la edad, la falta de sueño y el estrés también contribuyen al problema.

Hacia un futuro más saludable

El descubrimiento del ácido β-resorcílico y su potencial para combatir la obesidad podría marcar un antes y un después en la lucha contra esta condición. Aunque todavía se requieren más estudios para confirmar su eficacia en humanos y su aplicación en tratamientos a gran escala, los resultados iniciales son prometedores.

Mientras tanto, es fundamental seguir promoviendo un enfoque integral que incluya la mejora de los hábitos alimenticios, el fomento de la actividad física y la consideración de los múltiples factores que influyen en la obesidad. Este desafío global necesita soluciones innovadoras y personalizadas que no solo se centren en perder peso, sino en mejorar la calidad de vida de quienes enfrentan esta condición.

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